Te voy a partir la boca,
te voy a partir los ojos,
te voy a partir la boca,
por lo chismosa que eres.
Por lo chismosa que eres
y porque todo lo lías,
y es que tu estás como loca,
como todas las mujeres.
Ya no te aguanto, Ramona,
ya no te aguanto ni un día
porque eres una pachona
y muerdes con las encías.
Tantas cosas, tantas cosas.
Tantas cosas te diría
que no sé por cual empezar.
Zorroñosa, trapajosa,
puercachona, churretosa,
¿cuándo te vas a lavar?
Los puños tienes pelaos
y ni un botón cosido,
y los cacharros no se han fregado
ni en la casa se ha guisado,
desde que mandó tu tío,
desde que mandó tu tío
aquel conejo robado.
De tu madre y de tu tía
a mí no me importa nada.
De tu madre y de tu tía,
porque son dos caraduras.
Porque son dos caraduras,
y yo más feliz que nadie,
pensando en que cualquier día
se mueran de calentura.
Todo lo doy por bien hecho,
todo lo doy por perdido,
menos aquel saco de afrecho
que en cuatro días se han comido.
Con dos losas, con dos losas.
Me endiñaste con dos losas
y al porrazo me rendí.
Y por si era poca cosa
me largaste un puñetazo
con más fuerza que Urtain.
Los pulsos tuve paraos
y hasta un diente yo he perdido,
cuando mis labios amoratados
dijeron casi cerraos:
"Como nadie me ha mordido,
como nadie me ha molido,
como nadie me ha pegado".