A la lima y al limón

Parodia del tema "A la lima y al limón" de Concha Piquer

La vecinita de enfrente, no, no,
no tiene los ojos grandes,
pero tiene dos verrugas, sí, sí,
que parecen dos tomates.

Nunca ha pintado su reja,
nunca lavó los cristales,
y la cabeza la tiene
lo mismo que un melón grande.

Y los hombres cantan
a la rueda, rueda,
ya viene la tonta,
sálvese quien pueda.

A la Lima y al Limón,
cómo quieres que te quieran
si eres una coliflor
y además nunca te peinas.

Ay que miedo y que terror,
ay que miedo y que terror,
la vecinita de enfrente
es más fea que un dolor,
y soltera se quedó.
A la Lima y al Limón.

La vecinita de enfrente, no, no,
nunca pierde la esperanza,
y espera de noche y día, sí, sí,
si hay algún tonto que caiga.

Se han casado sus amigas,
se han casado treinta novias,
y ella sigue burra y ciega
como el penco de una noria.

Y otros hombres cantan
a la rueda, rueda,
como no la pelen
cualquiera la peina.

So cabeza de melón,
cómo quieres que te quieran,
no te asomes al balcón
porque hay gente forastera.

Que vergüenza y que dolor,
que vergüenza y que dolor,
la vecinita de enfrente
en su puerta se sentó
y la gente se asustó.
A la Lima y al Limón.

La vecinita de enfrente, sí, sí,
a los treinta se ha casado
con un señor de noventa, sí, sí,
que está todo desparramado.

Lo luce por los paseos,
lo luce por los teatros.
Y va siempre por la calle
paseándolo en un carro.

Y con ironía siempre tararea
el viejo estribillo dándole a la rueda.
"Yo no me peino el melón,
pero tengo quien me quiera.

A ver si revientan todos,
que no me quedé soltera.
Ya mi pena se acabó,
ya mi pena se acabó,
que aunque yo sea burra y ciega,
éste ve menos que yo,
y al baldado lo heredo yo.
A la Lima y al Limón".

La vecinita de enfrente no, no,
no tiene los ojos grandes.
Ni tiene el talle de espiga, no, no,
ni son su labios de sangre.

Nadie se acerca a su reja,
nadie llama en sus cristales.
Que sólo el viento de noche
es quien le ronda la calle.

Y los niños cantan
a la rueda, rueda.
Esta triste copla
que el viento le lleva.

A la Lima y al Limón,
tu no tienes quien te quiera.
A la Lima y al Limón,
te vas a quedar soltera.

Que penita y que dolor.
Que penita y que dolor,
la vecinita de enfrente
soltera se quedó.
Solterita se quedó.
A la Lima y al Limón.

La vecinita de enfrente no, no,
nunca pierde la esperanza.
Y espera de noche y día, si, si,
aquel amor que no pasa.

Se han casado sus amigas,
se han casado sus hermanas.
Y ella compuesta y sin novio
se ha quedado en la ventana.

Y los niños cantan
a la rueda, rueda.
El mismo estribillo
que el viento le lleva.

A la Lima y al Limón,
tu no tienes quien te quiera.
A la Lima y al Limón,
te vas a quedar soltera.

Que penita y que dolor.
Que penita y que dolor,
la vecinita de enfrente
soltera se quedó.
Solterita se quedó.
A la Lima y al Limón.

La vecinita de enfrente si, si,
a los treinta se ha casado,
con un señor de cincuenta, si, si,
que dicen que es magistrado.

Lo luce por los paseos,
lo luce por los teatros.
Y va siempre por la calle
cogidita de su brazo.

Y con ironía siempre tararea,
el mismo estribillo de la rueda, rueda.
"A la Lima y al Limón,
que ya tengo quien me quiera.

A la Lima y al Limón,
que no me quedé soltera.
Ya mi pena se acabó.
Ya mi pena se acabó,
que un hombre llamó a mi puerta
y le dí mi corazón,
y conmigo se casó.
A la Lima y al Limón".